El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), dieron a conocer un importante convenio que prepara el terreno para poner un alto definitivo al conflicto armado que ha abrumado a esta nación en los últimos 50 años. Ahora, muchos creen que se aproxima la paz. Pero lo que mucho no saben es que cristianos arriesgan sus vidas a diario para que los combatientes puedan conocer a Jesús.
El periodista Darío Silva ha seguido el conflicto por muchos años y actualmente es pastor de una de una iglesia de Bogotá.
«Hay zonas de conflicto en Colombia donde no es posible tener edificios de iglesia, donde no es posible tener cultos establecidos, donde no es posible hacer labores tradicionales de evangelista o misionero. Y nosotros tenemos programas de radio dirigidos a esas zonas. Radios solares fijos en nuestras frecuencias que lanzamos en paracaídas desde el avión. También penetramos estos sitios con Biblias y con libros y con otro material cristianos», dice Russell Stendall, de Colombia para Cristo.
La iglesia envía ayuda periódica a familias rurales, pero Silva dice que existe una brecha entre las grandes iglesias colombianas y los creyentes aislados y perseguidos del país.
Explicó que pese a las dificultades y la persecución, el Evangelio ha llegado a los rincones más apartados del país. El recuerda la queja de un líder guerrillero: «Es que ustedes los evangélicos son el problema más grande que tenemos. Porque nosotros llegamos a un sitio apartado del país, donde no hay luz eléctrica, ni acueducto, ni carreteras, ni transporte, ni casa cural, ni siquiera una autoridad política, y siempre hay un loco con un libro negra bajo el brazo predicando a Jesús», comenta Silva.
En las montañas y selvas del suroeste de Colombia la guerrilla todavía está expulsando a creyentes, destruyendo iglesias, y asesinando a pastores. Puertas Abiertas Internacional dice que más pastores han sido asesinados en Colombia que en cualquier otro país democrático del mundo.
En esta zona luchaba el guerrillero Helmer, el temido comandante Gerónimo de las FARC.
«Llegando a ser comandante en el Cauca descargue todo ese ateísmo en contra del pueblo de Dios. Expulsando pastores, cerrando iglesias, matando evangélicos porque no hacían caso a lo que nosotros queríamos que hicieran, que era negar a Jesucristo, negar a Dios», dice Helmer, excomandante de las FARC.
Pero tras años de perseguir a los cristianos, se dio cuenta que había fracasado. «Entre yo más les persigo, ellos más crecen, más resisten, más fructifican. Entonces yo me decía, ¿’Pero, como? Si yo los estoy tratando de acabar y ellos crecen más, se multiplican y avanzan mucho'», indica Helmer.
Esas dudas le llevaron a un encuentro personal con el mismo Jesús que perseguía. Hoy, su arma es una Biblia, e invita a todos a seguir las enseñanzas Jesucristo en vez de seguir las doctrinas de Carlos Marx.
Tantos se han convertido a Cristo que el rumbo del conflicto está cambiando. Russell Stendal asegura que hasta 100 mil, o un 10% de los combatientes, ahora son seguidores de Jesús.
«Estamos hablando de más o menos un millón de hombres y mujeres directamente metidos en el conflicto. Y como hemos repartido radios solares a 100 mil de ellos, que lo han solicitado porque quieren un discipulado profundo en la palabra de Dios, de ahí sacamos el número de 100 mil«, precisa Stendal.
Muchos esperan que las negociaciones en Cuba, entre las FARC y el gobierno colombiano, puedan poner fin a 50 años de conflicto en Colombia. Mientras tanto, pastores y evangelistas siguen usando la radio, literatura y otros medios para promover la paz de Cristo en las zonas de combate, reduciendo el conflicto con cada vida cambiada. Fuente: Mundo Cristiano