La carrera del cristiano es distinta a la de un atleta o deportista; en esta última, la persona participa en una competencia, lucha por alcanzar el primer lugar, ganar y obtener un bien material como premio, una medalla, trofeo o dinero. En la del cristiano, la persona no participa en una competencia, sino que en su andar o carrera, ella se esfuerza por alcanzar las promesas de Jesús de salud, paz, gozo, vida abundante, salvación y vida eterna, en fin, un cambio de vida.